El malthusianismo o maltusianismo es una teoría demográfica, económica y sociopolítica, desarrollada por el economista británico Thomas Malthus, durante la revolución industrial, según la cual el ritmo de crecimiento de la población responde a una progresión geométrica, mientras que el ritmo de aumento de los recursos para su supervivencia lo hace en progresión aritmética. Por esta razón, de no intervenir obstáculos represivos (hambre, guerras, pestes, etc.), el nacimiento de nuevos seres aumentaría la pauperización gradual de la especie humana e incluso podría provocar su extinción, lo que se ha denominado catástrofe malthusiana.
Esta teoría tuvo mucha repercusión, y no faltaron sus críticas (muchas de ellas razonables), cuya finalidad fue despertar las habilidades humanas, inteligencia e innovación, que producirían a la larga el desarrollo y mayor optimización de recursos que disfrutamos hoy día. Pero lo cierto es que la Historia parece darle algo de razón a Malthus.
Es cierto que demográficamente muchos países comienzan a estancarse, sino menguar, por lo que la variable poblacional iniciada por Malthus queda interrumpida (ruptura de esa progresión geométrica). Lo que ocurre es que el crecimiento del consumo de las sociedades modernas se viene incrementando a gran velocidad, lo que hace que aunque la población se estanque, el aumento de consumo de los recursos siga creciendo aritméticamente.
Sin querer adentrarme en variables demográficas, hoy quiero presentar uno de los cuadros más interesantes que he encontrado sobre consumo, producción, usos y reutilización, de las principales materias primas empleadas diariamente en los hogares mundiales.
Armin Reller (Universidad de Augsburgo) y Tom Graedel (Universidad de Yale) han elaborado una tabla con la mayoría de las materias primas (elementos de la tabla periódica) que según sus estimaciones quedan en la tierra de una manera accesible, comparándola con el consumo llevado a cabo por los hogares norteamericanos. El resultado es el siguiente.
En las barras ascendentes de la izquierda, vemos el consumo medio de un ciudadano norteamericano de cada una de estas materias primas a lo largo de un año. A destacar por ejemplo los algo más de 20 kilos de aluminio al año, y los 107 kg de fosfatos; o los 750 gramos de níquel.
En la gráfica central con forma de flor, vemos los usos principales de estos elementos, con forma de dibujo, y una estimación de lo que quedaría (en años vista) si se siguen varias pautas de consumo. En tono de color claro aparece reflejado la cantidad de material que quedaría si se sigue utilizando al ritmo mundial actual. En tono más oscuro, si el ritmo de consumo se iguala al de USA por parte de todos los países. Es decir, por ejemplo si seguimos a este ritmo de consumo de uranio tenemos para 59 años, si lo hacemos todo el mundo al ritmo USA para 19. Según los datos aportados por estos dos profesores tenemos oro para los próximos 45 años, iridio para 13, níquel para 90, y cobre para 61.
Es de suponer en el medio-largo plazo un incremento del precio de los materiales más escasos, por lo que tengan en cuenta ésto (si alguno quiere especular allá él) a la hora de desaprovechar ciertos recursos.
En la parte de la derecha aparecen los porcentajes de reciclaje de estos materiales en la actualidad, que además son tenidos en cuenta para la elaboración de la flor central. Parece sensato pensar que, también a medio plazo, la industria del reciclaje va a ser muy importante (piensen en el níquel de las baterías de sus móviles y laptops). Junto a esto, hay que tener en cuenta que determinados elementos no se pueden reciclar ya que al usarse se consume al 100%. Es el caso de los fosfatos para fertilizantes.
Por otro lado, el estudio no tiene en cuenta los posibles adelantos tecnológicos que se puedan llevar a cabo y que hagan reducir la factura de consumo de algunos elementos. Pero si tiene en cuenta (de una manera aproximada) en el cuadro abajo en blanco, el ritmo al que desaparecerían algunos elementos si se incrementara su uso debido al desarrollo de nuevos productos electrónicos de consumo de gran expansión (desarrollo de baterías para todo, ordenadores,…) quedando las cifras finales mucho más reducidas.
Otro estudio más reciente, el realizado por la Global Footprint Network, establece que llegará un momento en el que la huella que dejamos en el planeta (recursos consumidos) sea superior a la capacidad de éste por reemplazar dichos recursos (agua potable, pesca, agricultura,…). Es decir, pasamos de parásitos a virus (desde un punto de vista biológico). Para ellos la fecha en la que se producirá dicha contingencia es el 27 de septiembre de 2011…. Oh wait!!!
No quiero entrar en la veracidad absoluta de estos datos, y si va a ser 20 o 30 años más o menos los que quedan para que un elemento sea considerado en peligro de extinción. Tan solo quiero exponer esto para reflexionar, de manera que, si queremos dejar un mundo mejor a las futuras generaciones, empecemos a trabajar desde ya, bien en el reciclaje, bien apurando un poco ciertos materiales, o bien reduciendo en la medida que a cada uno le sea posible, su huella tabla-periodística (en referencia a los elementos arriba citados). No vayamos a darle la razón a Malthus, aunque sea de rebote.
Gracias por leerme.[