Hoy entro a comentar el que probablemente sea el economista más influyente del siglo XX. Como siempre, sus postulados no son bien vistos por algunos de sus compañeros, creando así controversia en determinados modelos. El caso es que la mayoría de las personas que critican a Keynes no lo han leído. Ni siquiera conoce el gran salto metodológico que es su obra, y sobretodo, como se complementa con los postulados de la economía clásica; enriqueciéndola y aportando una visión más amplia (aunque rompe con algunas premisas).
Keynes refuta la teoría clásica de acuerdo con la cual la economía, regulada por sí sola, tiende automáticamente al pleno uso de los factores productivos o medios de producción (incluyendo el capital y trabajo). Keynes postuló que el equilibrio al que teóricamente tiende el libre mercado, depende de otros factores, y no conlleva necesariamente al pleno empleo de los medios de producción, es decir, que los postulados básicos de Smith dependen de una premisa que no es necesariamente correcta o "general". Así Keynes postuló que la posición de Smith, Say o Ricardo (economistas clásicos) sobre el equilibrio de la oferta y la demanda, sería correspondiente a un caso "especial" o excepcional, en tanto que la teoría debería referirse al proceso "general" y a los factores que determinan la tasa de empleo en la realidad. Es por eso por lo que llamó a su principal obra "Teoría general sobre el empleo, el interés y el dinero". En otras palabras, la economía no tiende hacia el equilibrio, sino que está en un continuo desequilibrio que hay que corregir, y sus argumentos son generales, no para casos prototípicos.
En términos no técnicos, el liberalismo económico clásico supone que cuando se produce un bien, se han producido también los medios para su compra (en la medida en que para producirlo se ha gastado dinero, ya sea en inversiones de capital, compra de materias primas, sueldos, etc.). En esa situación lo racional es comprar, dado que mantener dinero sin uso no produce beneficios. En todo caso, el posible ahorro de algunos, es equilibrado por el endeudamiento de algún otro. Además, para fomentar el crecimiento económico hay que fomentar la producción: a más producción, más dinero, más compras, etc. Así, en el largo plazo, no solo todo lo que se produce es lo mismo que todo lo que se compra sino que todos están interesados en que el sistema funcione a máxima capacidad (se logra un equilibrio entre la producción y la demanda agregada que tiende al máximo uso de los recursos, logrando así el pleno empleo).
Keynes invierte la Ley de Say. Para él no es la producción la que determina la demanda sino la demanda la que determina la producción. Esto es porque los empresarios -o quienes intentan serlo- invierten sobre la base de una percepción central: la diferencia entre la tasa de interés y la tasa de ganancia (beneficio de la producción). A mayor diferencia en favor de la última, más posible es que se invierta. Pero esa tasa de ganancia depende de la demanda. Mientras tanto, los consumidores consumen o “ahorran” (difieren consumo) no sólo cuando la tasa de interés sube, sino también en relación a la percepción de la evolución futura tanto de sus ingresos como de los precios de bienes de consumo, etc. Se establece así una relación compleja. Keynes aduce que el problema comienza cuando contemplamos el circuito económico en su conjunto. Sucede que las decisiones acerca del ahorro y las decisiones acerca de inversiones son hechas por diferentes personas y, posiblemente, en momentos diferentes. Continúa con que no hay necesidad de que esas decisiones tengan que coincidir, de hecho, históricamente, se puede ver que, a diferencia de lo postulado por Smith, Say y otros, esas variables no convergen a una situación de estabilidad o equilibrio económico -situación que se transforma en el caso especial en el cual las inversiones igualan a los ahorros en una situación de expansión de producción y precios relativamente altos en relación al salario medio, pero con tendencia a la deflación. De hecho, Keynes va tan lejos como sugerir que la situación tiende -dado una serie de factores, entre los cuales el principal es una tasa de interés excesiva- a oscilar alrededor de un punto en el cual los recursos no son utilizados efectiva o plenamente, ya que tal tasa de interés tiende a deprimir la economía en general: un interés excesivo reduce demanda de capital y consecuentemente de trabajo, lo que reduce el nivel del agregado de salarios que implica la reducción general de consumo, lo que a su vez significa que la tasa de ganancia disminuye, lo que nuevamente reduce la demanda de inversiones, etc., en un círculo vicioso llamado la paradoja del ahorro.
En otras palabras, Keynes postuló que, en ciertas situaciones, y contrario a lo planteado por la visión clásica, es económicamente racional no gastar dinero. Por ejemplo, si los precios están bajando es racional no comprar hoy porque con el mismo dinero se comprará más la semana que viene. Por el mismo motivo, disminuye la cantidad de gente interesada en utilizar préstamos (los ahorros de otros). Si los precios bajan, no solo se comprará más la semana que viene sino que las tasas de interés, sueldos, etc. serán menores. Igualmente, una baja del empleo o de los salarios -amenazando futuros ingresos- puede llevar a otra en la demanda, y por lo tanto a una baja en la producción, llevando a su vez a más desempleo (esto me suena).
En una situación de competencia imperfecta -como lo es en realidad el sistema capitalista- sucede que las empresas pueden aumentar sus ingresos ya sea bajando precios a fin de producir y vender mas o produciendo menos pero manteniendo o incluso incrementando los precios. Esta última “solución” implica no solo menos demanda por insumos sino también por trabajo, es decir, tiende a ser una situación en la cual los recursos no son plenamente empleados, y explica perfectamente el gran desempleo observado en ciertas circunstancias (durante la gran depresión y en la actualidad. Así, sucede que la economía establece un punto de equilibrio nuevo donde convive perfectamente en una situación lejana de la utilización óptima de los medios de producción.
Entonces, dado que la relación “ahorro igual a la inversión” no se establece solo o automáticamente a través de la acción del mercado y ese fallo tiende a resultar en crisis, parecería conveniente encontrar alguna manera de armonizar esas variables. Keynes postula que la única fuerza capaz de hacer eso es el Estado. Aunque éste tampoco sea muy eficiente, no existe otra vía. Esta es una de las principales críticas a su política económica, la intromisión del sector público en las decisiones individuales de mercado. Ciertamente de esta manera no se llega a un equilibrio estable pero como ya hemos visto, para Keynes este equilibrio es imposible.
Perdón por el tocho.
Gracias por leerme